Mi madre..., esa gran superviviente

Capítulo dedicado a Benita Pablos Martínez, residente en el Centro de Mayores de Usera, Cristo de la Victoria

Autora: María Jesús Valero Pablos

 

Benita, mi madre, esa mujer que en menos de un año ha tenido que participar en un ciclón de acontecimientos que nunca hubiera podido imaginar vivir a sus 91 años.

Siempre cuidando de su familia, hasta que hace dos años ingresó en su nueva casa que sería la residencia de Usera. Nadie podía imaginar todas las vivencias que iba a tener, agradables y menos agradables.

En Marzo en plena pandemia perdió a su marido, su compañero durante 70 años. Ella no fue consciente del suceso hasta pasados unos meses porque sus hijas querían compartir esta noticia en el momento en que pudiéramos estar con ella; abrazarla y consolarla.

Si su vida en estos 10 meses se reflejara en un gráfico sería con picos hacia arriba y hacia abajo. Hacia abajo por el duro aislamiento en su habitación hasta picos de alegría por poder volver a estar con su familia. Pero vino una segunda ola con las restricciones, siempre hacia los más vulnerables, hacia los más mayores. Y otra tercera ola con nuevas restricciones de visitas. Pero, ¡gran logro! ¡ya está aquí la vacuna! Y esta gran noticia se convierte nuevamente en más restricciones de visitas con lo cual ensombrece la alegría del primer momento.

Pasaste 4 días en un hospital. ¡Qué suerte! ¡Diste negativo! Y otra vez para tu nueva casa, la residencia. Errores, caídas, poco personal para poder darte cinco minutos de conversación, de atención y de cariño; penoso el trato porque las trabajadoras no son suficientes para poder dedicar una sola mirada al cabo del día.

Escribo para darte un homenaje, para decir, al que quiera leerlo, que a pesar de tu fragilidad de 91 años, eres una mujer valiente fuerte y que continuamente día a día nos das lecciones de supervivencia, de aceptación, de cariño.

Que nadie te quite esas ganas de seguir viviendo, de seguir deseando abrazos (no con codos “eso no es nada” nos dices), besos, conversaciones, porque es lo que a tí más te gusta. Y leer, tu gran pasión, esa aficción es la que te ha salvado en los momentos más duros de soledad, durante los meses de aislamiento en tu habitación hasta estos momentos que vuelven a ser de semi-aislamiento.

No dejes de leer, cada párrafo y cada libro es una historia para ti de vida con la esperanza de que todo acabe con alegría y que el contacto con tu familia vuelva a ser de una manera continua y saludable.

Te quiero; te queremos tus hijas, tu nieto, tu familia. ¡Ah! y los cuatro gatitos, que también son tu familia y con los que disfrutas cuando estás con ellos.